sábado, 19 de julio de 2008
Amantes y artistas
lunes, 7 de julio de 2008
Repensar lo impensado
Repensar lo impensado
El miedo, la negligencia o la simple incapacidad intelectual son factores que determinan un camino de fin de siglo frente a las potencialidades casi naturales que el hombre carga sobre su cerviz incluso desde antes de proveerse de los medios necesarios para constituir sociedades posmodernas. En el caminar del pensamiento técnico, práctico, conceptual, sistemático... sin embargo, en su afán de categorizar el conocimiento tras fórmulas fijas, sincrónicas; ha impuesto sobre su propia significación de lo real un ideal fijista que no ha permitido lo que en otros estadios se ha constituido en los grandes saltos del conocimiento y que ha sido emprendido por pocos (con relación a la gran masa de individuos pensantes que a lo largo de la historia tienen las mismas potencialidades de pensamiento plástico, es decir creativo, evolucionador) que han osado escupir a la cara del determinismo. Es pertinente entonces asumir actitudes nuevas; lanzarnos hacia los caminos de un nuevo paradigma, de una nueva manera de entender al hombre, al mundo, al yo; pensar lo impensado es oficio de temerarios; pero repensar lo impensado es oficio de poetas. Lo impensado, lo que por miedo no hemos afrontado en nuestros dominios explicativos, es de pronto aquella faceta olvidada del conocimiento que es necesario desmitificar. Ese interesante camino que se camino en la incertidumbre, como lo define Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, es abrirse al apasionamiento por la vida, en sus aleatoriedades, en sus azares que constituyen su más profunda certeza. La criticidad, el despertar del hombre dormido son los retos a afrontar, pues en una medida u otra estamos aún en la cueva de Platón, viendo las sombras de la realidad reflejadas en las paredes de la caverna en forma de sombras; pero hay un agravante: pensamos que estamos fuera de la caverna, que miramos el mundo objetiva y fijamente. Si el pensamiento siempre ha tenido miedo a la incertidumbre, caen ella sin darse cuenta; qué contradicción, pero es imteresante despertar, abrir los ojos, salir de la caverna. Viene a mi memoria aquella narración bíblica del texto de la conversión de Pablo en donde después de la ceguera cayeron de sus ojos como escamas que no le permitían ver. El hombre que ha surgido fruto de la perversión de las ciencias deterministas ha caminado detrás de sus postulados asegurando en sus ojos las mismas escamas de Pablo de Tarso; solamente que es muy difícil encontrar el anciano de Damasco que sea capaz de obrar el “milagro”, es más este ya murió. El camino de la concientización ya no parte por manos de hombres misticoides y por medio de experiencias ultrasensoriales “sui generis”; parte de hombres apasionados de verdaderos aventureros que quieran asumir los tabúes -que a lo largo de la historia en donde se ha forjado el conocimiento- han oscurecido el horizonte de los hombres sencillos que han dado su asentimiento a las verdades parciales que quieren aparecer como totales. Pero es innegable el aporte que estos conocimientos han dado a este punto en el cual reflexionamos ya que s in ellos no sería posible por ejemplo que un día el hombre aspirara por ejemplo a recrear al sol en un laboratorio en Japón o a pensar por ejemplo en la posibilidad de descubrir que en un simple ser humano hay una complejidad cerciente que se hace más consciente de sí misma en la medida en que las ciencias caminan de la mano de ese mismo hombre que pregunta.